En 1967, Mieres era una ciudad en plena ebullición, con una población próxima a los 70.000 habitantes, joven y con una intensa actividad económica y social. En ese contexto, Carmen Espín y Manuel Ardura deciden lanzarse a emprender una aventura familiar que acabaría fraguando en lo que hoy es Calzados Ardura.
Ninguno de los dos tenía experiencia previa en el sector, pero sí mucha ilusión y ganas por construir un futuro para su familia. Así, en aquellos primeros años de andadura, Carmen se pasaba la mayor parte del tiempo en la tienda de la calle Carreño Miranda mientras Manuel compaginaba la zapatería con su trabajo en la mina de carbón.